miércoles, 23 de marzo de 2011

• Pilar Gamboa - Una Actriz que Algo de Ruido Hace •

Alejandro Cruz
LA NACION



Pocas veces una actriz puede darse el lujo de haber participado en dos de los montajes más elogiados de una temporada. Eso le pasa a Pilar Gamboa, que, el año pasado, estrenó El tiempo todo entero (una maravilla de Romina Paula basada en El zoo de cristal, que va en Espacio Callejón) y El pasado es un animal grotesco (otra maravilla de Mariano Pensotti que acaba de bajar porque, en poco, arranca su gira europea). Pilar Gamboa se da estos lujos (y mucho más) porque tiene garra, porque es talentosa como pocas, porque es una apasionada, porque es una obsesiva y porque en obra en la que esté, conmueve. Y si bien lo suyo es el teatro (casi, diría, en términos viscerales) es una de las coprotagonistas de Los únicos (El Trece) en su primera experiencia en una tira diaria.
"Yo no sé actuar con tres cámaras. Al principio, era la que siempre arruinaba los planos porque me corría un poco y tapaba a Nicolás Cabré", dice entre muerta de risa y con vergüenza, en un bar, antes de ir a pagar el alquiler de su casa.

-¿Cómo te sienta esa situación de hacer algo mal?
-No me pone taaan mal. Ellos son actores que se criaron en la televisión, sienten la cámara en la nuca y yo no siento esas cosas. Yo estoy pendiente de lo que voy a decir, de la intensidad o de hacia dónde mirar, pero, con el tiempo, me voy dando cuenta de que en esto no todo pasa por la actuación. Por eso no me costó mucho decir que no sabía. Igual, me ponen marcas por todos lados. Con todos lo hacen, pero yo siento que lo hacen por mí, para que no me sienta taaan mal. Entonces, le dicen a Nicolás [Cabré] que se pare ahí, en esa marquita, pero yo sé que es todo una mentira que hacen para que yo no me ponga a llorar ahí mismo. ¿Qué va? Ellos nacieron en la tele, ¡no necesitan ninguna marquita!
Y se ríe porque esa risa es una de las tantas facetas que definen a Pilar Gamboa. Sigamos: "Yo tengo 30 años y es mi primer trabajo en una tira. Ellos se formaron ahí, decidieron que ése era el camino. A mí no se me planteó algo así a los 18 años cuando recién comenzaba a actuar".
Antes de sus 18, la familia Gamboa a pleno le pedía que imitara al tío Enrique. Era una fija. Era un punto importante en las reuniones familiares. Tiempo después, hubo un acto escolar en el cual hizo de una conductora de un programa. La cosa fluyó. Ahí, se dijo: "Huy, ¡qué bueno! Voy a estudiar teatro". Se presentó en el Conservatorio, pero no entró. Se anotó entonces en el Centro Cultural Rojas, en un curso dictado por Cristian Drut. La primera clase le tocó pasar a improvisar. Se divirtió. "Hasta ese momento, la vida me parecía medio aburrida. No... aburrida, no; digo «bien»: con amigos, fluyendo, adolescente, todo para arriba (o no tanto, pero juventud al fin). Pero ahí, en ese curso, sentí una sensación muy profunda de divertimento." Con los años, esa sensación se convirtió en certeza.
En teatro, uno de sus primero trabajos fue Remitente Lorena . Bello, chiquito. Exquisito. Pura sensibilidad. Y vinieron sus trabajos con Daulte, Spregelburd, Pensotti, con el grupo Piel de Lava. Y vino eso que comúnmente llamamos reconocimiento (premios, elogios, mimos). El año pasado, hizo televisión. Fue la novia del personaje de Celeste Cid en Para vestir santos . Y la pasó bien, muy bien. Ahora, Los únicos . "Todo se fue dando. De todas maneras, no me interesa en lo más mínimo la exposición pública. ¿Qué me va a reconocer la gente si ando por la calle mirando al piso con mi MP3 puesto?", reconoce.


-¿Lo hacés de fóbica?
-Soy fóbica en general. Yo vivo todo esto como una aventura. Mi pasión, claramente, es el teatro y las cosas que hago con gente a la cual admiro y con la cual puedo tomar una cerveza e ir a bailar. Actuar me da alegría. Antes de empezar el programa también pensaba que me podía ir mal y que a mi personaje a los tres meses, lo mataban y listo. La televisión no deja de ser un negocio, esas cosas suceden.
Antes de que maten a Violeta, Pilar dará una vuelta de timón insospechada. Es que durante años siempre soñó con salir de gira con las obras de teatro que hace. Ahora eso pintó y no piensa perderse ese sueño. Por eso, el 25 de abril partirá hacia Europa para hacer una gira con una obra con Romina Paula y, luego, con la obra de Pensotti que terminará en París. "Mi continuidad en Los únicos se verá... -apunta-. No sé cómo se maneja esto, igual, avisé desde un principio."


Cuando estás en el colectivo y ves a alguien que te reconoce, ¿te viene esa escena tan de película argentina del domingo en la que el personaje central, ponele que vos, recuerda cuando durante cinco años se levantaba todas las mañanas para ir a trabajar al YPF Servicentro a entregar las cremas de Karina Rabolini y licuadoras que la gente se había ganado?


-¡Nooo, eso pasa en las películas! Yo la pasaba fatal ahí. Eran las once de la mañana, ¡las once!, y ya me quería morir. ¿Te imaginás vivir eso todos los días? Te quema la gorra. Si hago un poco de esfuerzo, hasta te puedo decir los códigos de los productos que entregaba. Ahora, por suerte, no me pasa eso. Ni ahí. No concibo pasarla mal actuando porque es lo que me gusta hacer. Ahora que pienso, YPF me va a tener que pagar una plata porque en las notas que hago siempre termino hablando de ellos...
Ahora que "es de la tele", frase que la perturba un poco, se la plantea un pensamiento recurrente. "¿Mirá si me dan la posibilidad de hacer un programa con mis amigos? -se entusiasma y se le iluminan los ojos-. O sea, reproducir lo que hago en teatro en medio de la macroestructura de la televisión... Igual, ni ahí: es una utopía."

-Bueno, programas como Gente de teatro , el ciclo de David Stivel y Juan Carlos Gené, y De la cabeza , de Alfredo Casero y compañía, nacieron así y son dos programas icónicos dentro de la historia de la televisión.

-Totalmente. Yo siempre pienso en tener una posibilidad así, no paro. A la televisión le hace falta conocer a muchas más personas, a mucha gente. Estaría bueno...
Estaría, cierto. Por ahora, el teatro marca sus pasos y la televisión se convirtió en un nicho más en donde volcar sus ganas de que un otro le crea el cuentito. Lo cual, todo parece muy simple o, ella, lo hace simple.

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