jueves, 15 de septiembre de 2011

"EL CASTING ES UN FORMATO PERVERSO"




De repente, su presencia en los escenarios se volvió un comentario en voz baja. “Tenés que ver a esta chica Pilar, lo que hace es increíble”, eran frases que se podían escuchar a la salida de un teatro, en una auténtica promoción del “boca en boca”. Había algo en su forma de actuar que apareció como innovador, un estilo original, lleno de frescura para encarar a chicas perdidas, impulsivas o desesperadas que van por la vida y escupen verdades. Tan atractivas resultaron las formas de esta morocha de 30 años, de piel blanca y mirada intensa, que algún rumor le llegó a Adrián Suar y la fue a ver al teatro. Desde ese momento, el trabajo a pulmón de Pilar Gamboa se volvió masivo. Primero apareció en el unitario Para vestir santos como la pareja de Malena, el personaje de Celeste Cid, y este año se volvió una de las integrantes de la brigada especial del grupo Los Únicos, la comedia de El Trece. Parece que en la tele también deslumbró. Tanto, que ya está nominada como actriz revelación en los premios Martín Fierro.
Pero Pilar no cambia nada por el teatro. Por eso antes de aceptar su papel en Los Únicos, avisó que por nada del mundo iba a suspender su gira por Europa con la obra El pasado es un animal grotesco, de Mariano Pensotti. “¡¿Sabés los años que yo tuve que laburar para que me pase eso?!”, dice Pilar sobre el sueño de viajar con amigos a hacer teatro. Así que Violeta –su personaje de la tele– se fue a una misión especial a Londres y en Pol-ka la esperan hasta que regrese. Ella deja sus pies bien pegados en el escenario y explica por qué: “Cuando actúo me sucede algo un poco mágico, porque es lo que más me gusta hacer en el mundo.”
Pilar Gamboa fue protagonista de importantes obras de Javier Daulte, Ricardo Bartís y Rafael Spregelburd, pero su mayor reconocimiento en los escenarios lo logró con dos puestas que se destacaron: El tiempo todo entero (de Romina Paula) y El pasado es un animal grotesco, el espectáculo que en este momento la llevó de viaje a Suiza, Berlín (Alemania), Norwich (Inglaterra) y París. Además, trabajó en la película Vaquero, de su compañero Juan Minujín, que este año abrió el BAFICI. El sueño de Pilar, de hacer lo que más le gusta en el mundo, se volvió una realidad cotidiana. Y la fama, sin que se dé cuenta, se empieza a notar. La actriz ya tiene club de fans, blogs que le arman sus admiradoras y una página de Facebook que se llama “Yo también pienso que Pilar Gamboa es única”.
–¿Sentís que hay algo especial en tu forma de actuar?


–No sé… Yo me concentro mucho cuando actúo. Trabajo mucho con las emociones. Me parece que es como una de las cosas que le da verdad a lo que uno hace. La emoción es un instrumento del actor. Si yo lloro, no se mezcla con cosas personales. Hay algo que me sucede naturalmente en función, cuando la anécdota se cuenta bien, eso sale. Me compenetro con lo que está pasando en el momento. El tiempo todo entero, por ejemplo, tiene un final de sensaciones, de una energía. Hay una ficha que durante toda la obra nosotros barajamos y que para el final cae: cae para nosotros y cae para el público. Es una obra que exige mucho para el que mira, de poder entrar en esos diálogos, porque es muy argumentativa. Me parece que al final se produce algo de lo mágico que tiene el teatro, que para mí es el lugar más hermoso. Yo tengo una consigna como actriz de no forzar la emoción. Si no sale, no sale. Hay actores que uno ve que hacen como fuerza para emocionarse. Todo el tiempo pienso en la actuación, en qué es actuar. Porque si uno se lo pone a pensar, es como una locura actuar. El momento de decir: “Acá hay algo que sucede, todos vamos a creer esto que estoy haciendo, que ya de movida sabemos que es mentira.” Ahora, cómo hacer para olvidar eso, es para mí la búsqueda más grande. Me vuelvo medio obsesiva con eso, lo pienso y siento que es perverso también. Uno se cree algo y en todas las partes de mi mente sé que es mentira. La perversión más grande es encontrar la manera de que para el que mira no sea así. Yo sé que es un artificio, pero a mí me divierte trabajar de esa manera. Los actores que a mí me gustan son los que me generan una sensación de emoción, que no tiene que ver con el llanto, puede ser la risa. Es algo que te modifica cuando los ves. No se nota la opinión del actor. No está el chiste del actor sobre el personaje, tratando de generar algo. Trato de buscar lo natural de la interpretación, que no tiene que ver con lo lavado. Para mí, los actores tienen que tener como la naturalidad de un bebé. Los bebés no se dan cuenta nunca cuándo hacen ese traspaso: de repente están llorando y en un segundo se vuelven a reír. 


Pilar Gamboa llegó a la televisión y a los programas de mayor calidad sin ningún casting. “Me parecen un espanto los castings, el peor invento para un actor. Yo no actúo bien en los casting, me pongo muy nerviosa, hay una situación de evaluación un poco extraña. Lo mejor es ver al actor en acción, en una obra. Me hace sufrir la instancia de casting. Vuelvo a casa angustiada. Es un formato perverso para el actor. Y a su vez es doloroso, porque es trabajo. Debería haber otra forma”, dice segura. 
La cuestión es que ella no necesitó pasar por esa situación porque su teléfono sonó desde Polka y listo. “Cuando me llamó el productor de los unitarios de Polka, me sorprendió gratamente porque él había visto todas las obras donde yo había estado. Como que me había puesto el ojo, me di cuenta cuando me llamaron para ese personaje directamente.  Y a la vez sabía que Suar fue a ver El pasado… Pero nunca pensé que me iban a llamar para hacer algo en la tele. También vino Caetano Veloso a ver la obra, qué se yo…”
Primero fue la experiencia de Para vestir santos. En este unitario compuso a una cocinera que llega al negocio de tortas que se arman las hermanas San Juan. Su personaje, una chica dulce y simple, sin ninguna de las inseguridades de estas hermanas, se enamora de Malena (Celeste Cid). La particular estética del programa la llevó a cantar y bailar, con la misma naturalidad que el resto del elenco, que ya estaba acostumbrado a esos cortes en el relato. Por este trabajo, Pilar está nominada al Martín Fierro.
Después, el llamado para actuar en Los Únicos, también le llegó directamente. “Tenía muchas dudas porque tenía planeadas giras con El Pasado… que no quería dejar. Además, no tenía idea de cómo se actúa en televisión. ¡Actuar a tres cámaras! Fue una locura para mí. Pero aprendí. El otro día hice algo espectacular que es que me pude acomodar sola en un plano. Cuando terminé, el camarógrafo festejó conmigo. Todo es oficio, es estar ahí, son horas de trabajo. En la tele están diez horas por día. Yo hacía mucho tiempo que no estaba diez horas en un mismo lugar. Es un poco una locura, pero así son los ritmos de la tira”, cuenta Pilar. 
La actriz no pudo cambiar los tiempos de la tele, pero le llevó su impronta a la actuación.


–¿Cómo fue la adaptación a la televisión?
–La tele ya está muy armada. Es un sistema probado. Funciona de esa manera, se sabe que uno no tiene la posibilidad de profundizar lo que está haciendo. Es un negocio enorme. La sensación fue decir: ‘Yo me adapto a esto y le agrego mi mundo.’ Me gusta mi personaje en la tele, me acostumbré a disfrutar esos cinco minutos que tengo en escena y divertirme. Al principio fue raro, le di para adelante. Nunca hubo una reunión de elenco ni nada, en la primera escena que estábamos todos juntos yo le dije a Nicolás Cabré: ‘¡Qué tal Cabré!, soy Pilar Gamboa’. Todos arrancan a trabajar directamente. Me pareció una locura. Las relaciones son más frías, pero después trabajás con ellos diez horas, los veo más que a cualquiera. Y con el tiempo construís un minivínculo que tiene que ver con el trabajo. Yo soy una persona que trata de pasarla más o menos bien. Genero buenos vínculos con mis compañeros. Voy, trabajo y después me hago mi obrita de teatro a la noche.


Por: Mercedes Mendez 

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